El templo budista de Wat Rong Khun se encuentra en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia. Se inauguró en 1997 y fue diseñado por el visionario artista visual tailandés Chalermchai Kositpipat, quien decidió utilizar el color blanco como símbolo de la pureza de Buda.
Cada espacio y detalle está cargado de simbología, por lo que no solo impactan, sino que invitan a la reflexión. Es difícil describir lo que sentí al caminar por él, pero fue como tener un sueño lúcido.
Metafóricamente hablando, el puente del ‘Ciclo de Renacimiento’ que conduce a la entrada, simboliza el paso del mundo de las tentaciones, representado por manos, objetos y criaturas; al reino de Buda y por tanto a la liberación del sufrimiento: el Nirvana. Éste se encuentra en el recinto principal, el Ubosot, que simboliza la mente. He notado que el uso del color blanco se usa no solo para referirse a la pureza, sino también para hablar de muerte, codicia y tentaciones; como si todo estuviera interrelacionado, haciendo referencia a una conciencia universal.
Los pequeños espejos brillantes utilizados en toda la estructura reproducen una de las diversas enseñanzas de Buda: reflejar la bondad hacia los demás. Después de cruzar el puente, llegas a ‘Las puertas del cielo’ custodiadas por dos enormes criaturas. Se trata de la estatua de Yama (el dios de la muerte) y Rahu (el dios de la oscuridad), que instruyen a los humanos a decidir su propio destino, al tiempo que amenazan con ser rechazados en el ciclo interminable de las reencarnaciones. Varias enseñanzas budistas se sienten nuevas para mi visión occidental, pero al mismo tiempo familiares y cercanas.
Siento que la visita a este templo fue un punto importante en el viaje por el Sudeste asiático; que sirvió para cuestionar mi cosmovisión.